Lejos, muy lejos, en los confines de los místeriosos círculos de Aussone y Saqar.
» – Cansado de esperar una orden que nunca llegaba, el diablo Fatak tomó las armas. En contra de la advertencia de Naon Haitshya, su señor, salió al campo, al frente de sus centenares de condenados de la blasfemia, para expulsar al invasor. Iblis, un genio tan malvado que fue ascendido al rango de Señor Demonio, acudió con su propio ejército. Los de la coalición conquistaron la ciudad perdida de los mil pilares, Iram , dónde fueron recibidos por Uzza, la tentadora. Celebraron un consejo en el centro del laberinto, donde la diablesa amontonaba su botín, fruto de siglos de rapiñas, una fortuna tan inmensa que Bagdad jamás pudo llegar a soñar con ella: ni mil esclavos podrían llegar a contarla en mil años. Rodeados por los genios carroñeros y las diablesas lascivas, los híbridos eunucos y las hurís caídas; Uzza, Iblis y Fatak juraron combatir juntos a los invasores vivos hasta expulsarlos de su ciudadela de Al Anqsa. También decidieron enviarle a un heraldo a Asaliah, para ofrecerle su bandera – donde figura una cerda recibiendo el semen de un chacal – para que a partir de ese momento el Ángel los Seguir leyendo ‘Salâh ad-Dîn, por Pierre Bouas’
Comentarios recientes